"Júpiter es mucho más culpado por los poetas debido a sus irregulares amores. Tres doncellas son mencionadas especialmente por haber sido cortejadas clandestinamente por Júpiter de forma exitosa. Ío, hija del Río, Inachus, Calisto de Lycaon, Europa de Agenor. Luego fue Ganímedes, el guapo hijo del Rey Tros, a quien Júpiter, habiendo tomado la forma de un águila, transportó en su lomo hasta los cielos, tal como los poetas narran de una forma fabulosa. (...) Yo pienso, por lo tanto, que no hago mal si a la Primera le doy el nombre de Ío, a la Segunda Europa, a la Tercera, de acuerdo con su majestuosidad y luz, Ganímedes, y a la Cuarta Calisto. (...) Este relato, y los nombres tan particulares, me fueron sugeridos por Kepler (Johannes Kepler), Astrónomo Imperial, cuando nos reunimos en la Feria de Ratisbon en Octubre de 1613. Por tanto, como gesto y en memoria de nuestra amistad que comenzó entonces, yo le saludo como padre conjunto de estas cuatro estrellas, y de nuevo creo que no estoy equivocado."
De esta forma es como el astrónomo alemán Simon Marius (1573-1624) nombra a los cuatro satélites naturales de Júpiter que Galileo Galilei descubrió unos años antes (aunque existe una controversia pues se piensa que Marius observó los satélites galileanos al mismo tiempo que Galileo).
La obra en la cual Galileo habla de estas cuatro "lunas" es el famoso escrito Sidereus nuncius (Mensajero sideral o Mensaje sideral), ahí los nombra Júpiter I, II, III y IV. Por su parte, Marius incluye los nombres que usamos hasta la actualidad (Ío, Calisto, Europa y Ganímedes) en su obra Mundus Iovialis.